CUIDAR A OTROS

Hoy cederemos este espacio para compartir la experiencia de una persona cuidadora.

Es posible que a muchos se nos dificulte ponernos en su lugar y justamente a través de su testimonio estaremos un poco más cerca de su realidad.

Durante su larga jornada de labor incansable, ¿qué ronda la cabeza de una persona que dedica la mayor parte del tiempo a cuidar de otro?

Eso es lo que hoy conoceremos a partir del testimonio de María, quien por más de 20 años se ha entregado a este oficio exigente pero lleno de grandes satisfacciones:

“ Soy María y desde hace 20 años me dedico al cuidado de otras personas, en su mayoría mayores.

Yo los llamo cariñosamente “mis viejitos” y en cada rostro me encuentro de nuevo frente a mis propios padres y abuelos que también cuidé en su momento con cariño.

Todas las personas mayores que han sido parte de mi vida dejaron en mí huellas imborrables.

Recuerdo a la primera abuelita que cuidé, doña Teresa, quien con 82 años padecía de Enfermedad de Parkinson.

Al principio recuerdo que cada día era difícil y agotador, pues yo carecía de la experiencia necesaria.

En ese momento, yo no era cuidadora profesional y no sabía ni cómo levantarla de la silla sin que sufriera mi espalda y mis caderas.

Desconocía muchas cosas importantes que podían marcar la diferencia en mi día a día.

Pero la dificultad solo me impulsó hacia adelante.

Tras años de ejercer como cuidadora informal decidí prepararme y formarme como cuidadora profesional.

HABÍA DESCUBIERTO MI VOCACIÓN.

Contaba con el Título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y años de experiencia que podía acreditar y me enteré que era posible que me formara en Atención Sociosanitaria a Personas Dependientes en Instituciones Sociales, una formación para el empleo por la que obtuve un certificado de profesionalidad oficial y acreditado por el SEPE.

Lo más importante es que nunca dejé de trabajar y cuidar de otros porque la formación me permitía estudiar y trabajar dado que se impartía por teleformación.

Gracias a la experiencia que tenía, además pude convalidar las Prácticas que te ofrece el Certificado de Profesionalidad.

Cuando obtuve mi credencial como cuidadora profesional o Auxiliar Sociosanitario, tenía en mis manos la posibilidad de trabajar tanto en residencias, centros de día como a domicilio.

Cuando finalicé esta capacitación, agradecí a todas las personas a las que cuidé durante años.

Me di cuenta que ellos me habían acompañado también a mí para convertirme en la persona que era ahora.

Y NO PARO DE APRENDER.

Cuando se tiene la responsabilidad de cuidar a otros, solo deseas hacer las cosas mejor cada vez.

Tu prioridad se enfoca en obtener conocimientos y habilidades que permitan dar más y mejor a los otros.

Entiendes que un profesional del cuidado no es solo ser una persona que “le gusta cuidar”, sino llevar a cabo esta labor de una forma profesional y ofrecer verdadero bienestar y calidad de vida a quienes cuidamos.

Cuidando de otros, especialmente de personas mayores, me di cuenta de que estas personas aceptan el paso del tiempo de una forma natural y esperan que su vida finalice rodeados de afecto y amor.

REALMENTE  ES TODO LO QUE QUIEREN Y ESPERAN.

En cambio, los familiares no lo tienen tan claro pues se resisten a aceptar la única realidad de estos adultos mayores.

Es por ello que para un cuidador a veces es más complicado acompañar a los familiares que a la persona que cuidan.

Ser cuidador implica paciencia y espera, en las muchas formas en que éstas pueden manifestarse.

Esperamos en las salas de espera, en la casa, en el parque. En un mundo que cada vez va más rápido, nosotros detenemos la marcha para acompasarla a quienes ya no pueden ir tan deprisa.

Ser cuidador también es ser de los que lloran ante el espejo solamente.

Los que sienten un poco de esperanza cuando atisban hoy un pequeño brillo en los ojos, una sonrisa de lado.

Ser de los que sienten culpa a veces de forma absurda, de los que sienten impotencia.

De los que tienen los sentidos alerta y nunca más vuelven a dormir del tirón.

Pero cuando ese alguien al que cuidamos nos mira y encuentra en nosotros la seguridad que le falta, nos sentimos como un faro y su señal luminosa en la bruma.

SÍ SOMOS NECESARIOS, AHORA MÁS QUE NUNCA.

Porque siempre habrá alguien que necesita ser acompañado y guiado y que nos recuerda lo que significa ser humano.

Y no quiero convencer a nadie.

Simplemente he de deciros que me gusta ayudar y hacer la diferencia en la vida de otros.

Porque quiero un mundo más amable en el que nadie se sienta solo.

POR TODO ÉSTO SOY CUIDADORA”.

 

Para el año 2033, en España 1 de cada 4 personas tendrá más de 65 años.

Más de 15 millones de personas de esas edades requerirán cuidados y asistencia para realizar a diario sus actividades.

Por fortuna, actualmente sigue aumentando el número de cuidadores formales que han decidido recibir una formación profesional para ejercer su oficio de la forma más adecuada.

Sin duda, los profesionales del cuidado se convertirán en los imprescindibles de nuestra sociedad.

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